martes, 28 de octubre de 2008

Pio XII


Leo la semana pasada en la prensa que este año, al cumplirse el medio siglo de la muerte de Pío XII y 41 del inicio de su proceso de beatificación, un cardenal ha dicho que Benedicto XVI no visitará Israel hasta que no se modifique una inscripción que hay en el museo del Holocausto de Jerusalén, donde se acusa a Pío XII de pasividad, mientras los hornos crematorios se llenaban día y noche.

El partido que gobierna Israel, Kadima, ha tenido que sacar de un blog oficioso una imagen de Pío XII donde se le calificaba de nazi, pero mientras tanto el ministro de Asuntos Sociales, el laborista Isaac Herzog, ha declarado que el intento de convertir en santo a aquel papa es inaceptable. El papa permaneció en silencio o incluso algo peor, ha dicho el ministro.

Yo recomiendo a los oyentes que, sobre el tema, lean una obra de teatro que publicó Rolf Hochhuth en 1963: “El vicario”; o que vean la película “Amen” que Costa Gavras estrenó en 2002, basándose en el libro anterior. Ésta es muy fácil de encontrar en la Biblioteca de Zamora.

Tampoco estará de más recordar, en estos momentos de la memoria, algunas cosas de este papa que afectan directamente a nuestra historia:

El 19 de marzo de 1939, mientras los ya casi vencedores de la guerra civil mataban a españoles a espuertas, el cardenal Gomá escribió a Franco que el recién elegido pontífice Pío XII –Eugenio Pacelli- le enviaba su bendición.

El 16 de abril de 1939, 15 días después de la sangrienta victoria, Pío XII, a través de radio Vaticano, daba “con inmenso gozo” su bendición apostólica a los vencedores, dedicando un ditirambo especial a los “nobilísimos y cristianos sentimientos de que han dado pruebas inequívocas el Jefe del Estado y tantos caballeros”.

Con la bendición de Pío XII se fusilaba a mansalva en las cárceles españolas y se imponían largas condenas de cárcel a quienes no habían hecho más que defender la legalidad y la República. Entre ellos había también bastantes católicos.

Entre esos católicos estaba mi padre: capitán del Cuerpo Jurídico del Ejército de la República. Lo condenaron a muerte y, después de indultado, pasó cinco largos años en la cárcel. Ningún santo vaticano movió un solo dedo.

No hay comentarios: